Aprender del Maestro

Una de las maneras más eficaces de aprender es a base de la “Prueba-error”. No hay nada más didáctico que equivocarse. Me pregunto si es por eso que Dios permite que cometamos equivocaciones en nuestro día a día, en el trabajo, en los estudios o con nuestros propios seres queridos. Tal vez nos permite fallar en nuestros propósitos con la intención de enseñarnos algo durante el proceso. Porque al final, la vida no se resume en propósitos sino en intentos. Decía John Lennon en una de sus canciones “Life is what happens to you while you’re busy making other plans” (La vida es eso que te sucede mientras estas ocupando haciendo planes).

Es durante el proceso hacía nuestras metas, nuestros objetivos, donde crecemos. ¿Qué conocimiento puede darte un título de carrera sin los 4 o 5 años previos de estudio? En este gran proceso que es nuestra vida, Dios nos está enseñando. Es posible que en el camino nos equivoquemos innumerables veces y fallemos constantemente, hasta el punto qué dudemos si Dios está con nosotros. No dudemos, Él está. Nos está guiando y enseñando porque hay una meta esperando para nosotros, mejor de lo que nunca podremos imaginar.

¿Cómo podemos aprender aquello que Dios está tratando de enseñarnos hoy?

1. Adoptar una actitud humilde

El temor del Señor imparte sabiduría; la humildad precede a la honra (Proverbios 15:33). Para aprender es necesario ser capaz de adquirir una actitud humilde en nuestro vivir y obrar.  Ser capaces de aceptar que hemos errado es la única manera de dejar que Dios nos enseñe. Solo quien cree que necesita aprender se deja enseñar. 

2. Confiar en el maestro

Solo quien cree que necesita aprender se deja enseñar, y solo se deja enseñar quien confía en su maestro. No me desvío de tus juicios porque Tú mismo me instruyes (Salmo 119:102)

3. Persistencia y voluntad

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. (Salmos 32:8). Adquiere una actitud proclive a ello. Solo deja de aprender quien ya cree conocerlo todo.

4. Mirar hacia delante 

Esta es una actitud para cada día. El camino es extenso y la carrera es larga. No dejes que los fallos del camino te impidan avanzar hacia la meta. Al contrario, estos fallos son precisamente lo que Dios usará para transformar nuestro carácter, y llevarnos a la imagen de Cristo.

No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús (Filipenses 3:12-14).