Predicación 29 de mayo por Daniel Casado
Un encuentro con Jesús que confirma la transcendencia de su sacrificio y que revela a los que le rodearon el mensaje que ya había sido anunciado.
La muerte de Jesús trajo turbación y desesperanza; El libertador que el pueblo de Israel había aclamado con gozo como “rey y bendito del Señor” por todas las maravillas que habían visto, había desaparecido para siempre. Y es que ninguno, ni los apóstoles, había comprendido las palabras de Jesús: “Y después que le hayan azotado, le matarán; más al tercer día resucitará” (Lc. 18:33).
Así, Jesús escoge el camino de Emaús para acercarse a sus discípulos y revelar su identidad a través de la palabra: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraban en todas las escrituras lo que de Él decían” (Lc. 24:27). Jesús quiso persuadir con las escrituras antes que por una experiencia sobrenatural y, de ese modo, avivar la fe de sus discípulos a través de la Palabra: es a través de ella como experimentamos la presencia del Padre.