Maranatha: Reino futuro, esperanza presente

Predicación 20 de febrero de 2022

“Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre.” (Mt.24,27). “El día del Señor vendrá como ladrón en la noche” (2ªP.3,10; 1ªTes.5,2). Estos textos y muchos otros del Nuevo Testamento advierten de la segunda venida de Jesús, del regreso de Jesús, y esta vez no como un Cordero sino como el León de Judá para establecer su reino definitiva y eternamente. Todo el Evangelio es un mensaje escatológico, con cuatro grandes capítulos: Creación, Caída, Redención y Consumación.

1. EL REINO QUE HA VENIDO. La presencia del mal, con sus rostros de sufrimiento e injusticia (que produce sufrimiento), contamina la humanidad desde sus inicios hasta hoy (Ecl.4,1). Pero Jesús ha venido, Él es la novedad de Dios para la humanidad. Y con Él ha venido entre nosotros el reino de Dios (Mt.4,17).¿Qué es el reino de Dios? Es el reinado de Dios, el ámbito de la realidad donde Dios gobierna, donde se cumple su perfecta voluntad. Un reino que se define como “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom.14,17). Desde la cruz, al sólo impulso del amor gratuito, Jesús es la respuesta misericordiosa de Dios al dolor de la humanidad. El Padre nos da al Hijo (Jn.3,16) y el Hijo se nos da voluntariamente (Jn.10,18), “en la unidad de Espíritu”. 

2. EL REINO DE DIOS QUE VENDRÁ. El reino ha venido pero aún no es visible, definitivo. De ahí la promesa del regreso de Jesús en poder y victoria, definitiva y eterna. La Historia tiene sentido y apunta al regreso victorioso del Cordero de Dios. La fe cristiana no es escapista pero sólo adquiere pleno sentido desde la perspectiva del definitivo, glorioso y victorioso regreso de Jesús. “La fe en Jesús sin espera de su parusía es un cheque que no se cobra nunca, una promesa sin seriedad. Una fe en Cristo sin espera de parusía es como una escalera en el vacío.” (Emil Brunner)

Porque Cristo ha resucitado, creemos que pese a todo, un día serán definitivamente derrotados el pecado y la muerte, el sufrimiento y la injusticia. Porque Cristo ha resucitado, creemos que un día vencerá definitivamente el Bien, la Justicia, la Verdad, vencerá el Amor porque Dios es amor (1ª Jn.4,8). Ese día será la culminación del proyecto de amor, de la “misericordia entrañable” de Dios para con la humanidad, en Jesucristo. Ese día le veremos y en esa contemplación seremos definitivamente transformados en su semejanza (1ªJn.3,2). 

3. MIENTRAS TANTO, ….

3.1. Oramos que el Reino venga. Es un clamor ante el sufrimiento y la injusticia; es un clamor bienaventurado, es el clamor de los que lloran, el clamor de los mansos, el clamor de los que tienen hambre y sed de justicia, el clamor de los misericordiosos, el clamor de los que hacen la paz, el clamor de los que padecen persecución por causa de la justicia (Mt.5,3ss)

3.2. Proclamamos el Reino. Hay un anhelo en la humanidad por el Bien y por el Amor. Jesús es la respuesta salvadora del mismo Dios a ese anhelo, a todos los “prisioneros de esperanza” (Zac.9,12). Esa es la llamada de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt.11,28). Cuando la expectativa del reino de Dios arraiga en la iglesia, ésta se moviliza para anunciar el reino, como portadores alegres de “buenas noticias”.

3.3. Vivimos en perspectiva de eternidad/encarnamos los valores del Reino. ¿Nos influye en nuestra manera de vivir la vida y vivir el Evangelio? “La esperanza de la parusía ha de ser vivida como liberadora, en cuanto relativiza los valores intramundanos.” (Juan L. Ruiz de la Peña). 

¡Maranhata! ¡el Señor viene! (1ªCor.16,22) ¿Podemos hacer nuestra con gozo la oración con que termina la Biblia: “Sí, ven, Señor Jesús” (Apoc.22,20)?

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