Matrimonios: Rubén y Shirley

” Entendimos que la palabra de Dios debía ser nuestra hoja de ruta y dejamos de ser dos para convertirnos en una verdadera pareja, complementados en el otro y uniendo nuestras fuerzas y propósitos.”

 Somos Rubén Darío Agresott Marsiglia y Shirley Guerrero Lambis, de 42 y 43 años respectivamente. Tenemos 17 años de estar juntos y 3 preciosos hijos de 21, 14 y 11 años, llamados Valeria, Isaac e Ismael. 

“Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz y la gloria del SEÑOR ha amanecido sobre ti”, fue el mensaje que Dios le dio a su pueblo Israel, a través del profeta Isaías; se hizo extensivo para nuestras vidas y familia. Hemos visto el cumplimiento de esa promesa (dada hace varios años); su gloria resplandeció para apagar la completa oscuridad en la que vivíamos antes de conocerle; su luz ha brillado en nuestros corazones y mentes para disipar nuestras propias tinieblas. 

Fue precisamente el desconocimiento de su palabra para conducirnos en el matrimonio y la falta del amor de Dios en nuestros corazones, lo que permitió que los primeros 5 años de nuestra relación fueran tiempos muy difíciles. Vivíamos en el pantanoso mundo de guiarse solo por emociones, lo cuál nos mantenían unidos, pero sin plenitud. A continuación, te contamos mas detalles. 

Nos conocimos en un hospital rural de nuestra amada Colombia, trabajamos juntos médico y psicóloga, departiamos como compañeros de trabajo durante 2 años. Corazones rotos por desilusiones y relaciones previas. Vidas que transcurrían de manera desordenada y vacía, intentando llenarla con festejos, alcohol en excesos y encuentros pasajeros (Rubén). Por otro lado, yo (Shirley) había terminado una relación previa, cuatro años antes. Tenía una hermosa hija de esa relación fracasada y desde ese momento no había logrado una relación emocional estable. 

Sin esperarlo ni planearlo, en un intento de arreglar nuestras vidas, decidimos unir nuestras historias e iniciamos una vida de pareja. Dos mundos distantes pero similares en el egocentrismo, independencia y corazones orgullosos; un conocimiento profesional inútil para resolver nuestras propias limitaciones. 

Estábamos apegados emocionalmente el uno al otro y eso nos mantuvo juntos durante 5 largos años, pero nuestros corazones vacíos, nos condujo por un espiral de discusiones constantes, celos e incluso infidelidades, además de otros tipo de irrespetos. No entendíamos lo que significaba darnos el uno al otro. No habíamos entendido la importancia del respeto, de la entrega, del compromiso, y del sacrificio que conlleva ser marido y mujer. 

Hasta que, brilló la luz de Jesús en mi corazón (Shirley), aprendí a conocer su amor. Así como lo dice el texto de Isaías arriba, su gloria iluminó mi vida, ya para ese momento había nacido el primer hijo de nuestra relación. Un año después de su nacimiento, decidimos separarnos. Nos encontrábamos cansados el uno del otro. Reiterados e infinitos intentos de arreglo sin éxito nos hicieron declinar. 

En medio de ese momento frustración la misericordia de Dios alcanzó la vida de Rubén, dándole un giro inesperado. Cristo empezó a ser el centro de su vida. Nos enseñó la importancia de morir al Yo para crecer en el nosotros. La obediencia y humildad de Cristo fueron nuestro ejemplo y bajo la guía del E. Santo empezamos a restaurarnos. Decidimos reconciliarnos y empezamos un hermoso y lento proceso de vivir por y para el otro, (en esto todavía estamos ejercitándonos hoy). Entendimos que la palabra de Dios debía ser nuestra hoja de ruta y dejamos de ser dos para convertirnos en una verdadera pareja, siendo complementados en el otro y uniendo nuestras fuerzas y propósitos. 

Durante estos últimos 12 años, Dios ha sido fiel, y nos ha permitido ayudar a otros a conocer las herramientas que el uso para ayudarnos: consejeros, su palabra y su preciosa presencia. 

Somos testigos de sus milagros en el área financiera, profesional, de salud, y el más hermoso: la restauración en nuestras vidas y familia. Seguimos creciendo y aprendiendo. Somos personas imperfectas, y aún tenemos momentos difíciles como pareja; pero ahora su palabra nos enseña a resolverlas. Te animamos a que permitas que el amor de Cristo transforme, restaure y levante tu vida y familia como lo hizo con nosotros, también lo puede hacer contigo. 

Anímate permítenos darte una mano con ello, ¡estamos a tu disposición en el ministerio de matrimonios de Cristo Vive!