Matrimonios: Karen y Eliezer

Somos Karen Martín y Eliezer Bretó, de 31 y 33 años respectivamente. Karen nació en 1990 en Argentina, pero lleva viviendo desde que tenía un año y medio en España. Eliezer nació en 1988 en Huesca, a los 7 años se trasladó a vivir a Barcelona y desde el año 2012 vive en Madrid.

Nos conocimos en un concierto en Salamanca en abril del 2011, a las 2 semanas coincidimos de nuevo en un evento que se hacía en Madrid (Misión Posible), y desde esa fecha empezamos a hablar con mucha frecuencia y a darnos cuenta de que “estaba pasando algo”. A los dos meses decidimos que queríamos conocernos más y empezamos a salir. En esos dos meses previos sentíamos que el Señor nos iba hablando y haciendo ver que realmente estaba sucediendo algo especial, y que después en nuestro noviazgo y matrimonio ha ido confirmando.

Al año y medio de empezar a salir, y después de pasarnos todo ese tiempo viajando entre Madrid y Barcelona, Eliezer vino a vivir a Madrid para poder pasar más tiempo juntos y con la idea de casarnos. Al año y medio de llegar Eliezer, el 12 de abril de 2014, nos casamos en Barcelona. Actualmente, somos papás de Mateo, Enzo y Elsa, de 6,5 y 3 años.

No somos el matrimonio perfecto, y como todo ser humano tenemos nuestros defectos y virtudes, pero lo que nos hace fuertes es que el camino no lo hacemos solos Karen y Eliezer, sino que Dios nos acompaña de la mano. Tratamos de que en el día a día, en lo cotidiano y rutinario, Él esté presente y que nuestros hijos puedan verlo, que sientan su amor y cuidado.

Algo que estamos aprendiendo en este camino que recorremos juntos, y que es tremendamente importante, es el ser capaces de pedir perdón y ser generosos, dejar el egoísmo fuera. Saber identificar donde podemos estar fallando para afrontarlo.

Por muchos años que pasen y experiencia que tengamos, esto debe ser importante, porque fallos los tendremos toda la vida, la diferencia es el querer verlos y ponerles remedio. Todo esto no solo aplicado como matrimonio y padres, sino en todas las áreas de nuestra vida. El hogar que estamos formando, es parte de una sociedad con la que interactuamos en la iglesia, en el trabajo, en el colegio, el supermercado, en el parque, cuando salimos a la naturaleza, etc…

Algo vital para nosotros como matrimonio, es mantener siempre la mirada puesta en Dios (“ojos arriba”, que decía nuestro querido Juan Blake), porque somos conscientes de que somos débiles, y que necesitamos ir de su mano. En el momento que alguien pueda sentirse invencible, se enciende la señal de peligro. A partir de tener esto claro, podemos construir un matrimonio que avance, que crezca, y que pueda ser de bendición para todo su entorno.