Predicación 26 de diciembre
Dios honra a los que le honran. No vamos a experimentar su favor y cercanía viviendo de cualquier manera. Es imposible tener comunión con Dios, intimidad y un trato cercano sin una vida de obediencia.
Los brazos del Padre están incondicionalmente abiertos para recibirnos, pero también para transformarnos. Centrémonos en nuestra santificación y no aceptemos con indulgencia el pecado en nuestras vidas.
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