Alababa Zacarías diciendo: “Alabado sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha venido y ha redimido a su pueblo. Ha levantado un cuerno de salvación para nosotros en la casa de su siervo David.”
Este cuarto domingo de adviento te invitamos a leer la Palabra de Dios con nosotros y a reflexionar sobre ello:
Cuando Jesús nació, en Belén de Judea, en días del rey Herodes, llegaron unos sabios del oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarlo. Al oír esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y, habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. En Belén de Judea, porque así fue escrito por el profeta: Y tú Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá, porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.
Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios y se cercioró del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Y enviándoles a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño y, cuando lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya a adorarlo. Ellos, habiendo oído el rey, se fueron. Y la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Luego, abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Después que partieron ellos, un ángel del Señor apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Permanece allá hasta que yo te diga, porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Entonces él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Estuvo allí hasta la muerte de Herodes… Para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Reencendemos la primera vela del Adviento que nos recuerda que debemos mirar hacia arriba y centrar nuestros pensamientos en un Dios de amor que nos envió a Su Hijo, y volverá otra vez. Al encender la segunda vela recordamos que debemos mirar atrás hace 2000 años… Dios nos dio Su mejor regalo, a la vez miramos adelante anticipando que volverá otra vez. Al encender la tercera vela del adviento, recordamos que la Navidad es un tiempo para mirar dentro de nosotros mismos y preparar nuestros corazones para la venida de Cristo. Hoy al encender la cuarta vela recordemos que el mensaje de la Navidad nos llama a abrir nuestros corazones a Cristo que viene a nosotros y darle gloria, honor y amor hasta el gran momento cuando vuelva otra vez.
Que este tiempo sea un tiempo de reflexión y oración que prepare nuestros corazones para la llegada de la Navidad. AMÉN.