“¡Preparad un camino a Jehová; nivelad una calzada en la estepa a nuestro Dios! […] Entonces se manifestará la gloria de Jehová y toda carne juntamente la verá, porque la boca de Jehová ha hablado.” Isaías 40: 3-5.
Este segundo domingo de adviento te invitamos a leer la Palabra de Dios con nosotros y a reflexionar sobre ello:
Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Entrando el ángel a donde ella estaba dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo; bendito tú entre las mujeres. El ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin.
Entonces, María preguntó al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. Entonces María dijo: Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Encendemos la primera vela otra vez. Nos recuerda que debemos mirar hacia arriba y centrar nuestros pensamientos en un Dios de amor que nos envió a Su Hijo, y volverá otra vez. Ahora, encendemos la segunda vela que nos recuerda que debemos mirar atrás hace 2000 años… Dios nos dio Su mejor regalo, a la vez miramos adelante anticipando que volverá otra vez.
Que este tiempo sea un tiempo de reflexión y oración que prepare nuestros corazones para la llegada de la Navidad.