Ya ha llegado el otoño. Pero no el de mentirijilla que decían el 23 de septiembre. Si no el de los montones de hojas naranjas acumulados a la salida de mi portal y el de sacar el abrigo porque hace unos 10 grados afuera. Y yo no hago más que pensar en calentarme las manos con un café recién hecho.
También tengo otro pensamiento que me invade con frecuencia. Desde que Zapata nos retó hace un mes a salir de nuestra zona de confort, no he podido dejar de darle vueltas a la idea. ¿Cómo salir? ¿Y dónde entrar? ¿Quién necesita de Jesús en mi entorno? Más bien, ¿quién no necesita de Jesús? (La respuesta sería: Nadie. Nadie no le necesita”). Wow. Todos le necesitamos. Entonces, ante esta necesidad de tal magnitud, ¿qué haré al respecto?
En primer lugar, orar. Eso seguro. Orar por las personas que están comenzando a pesar en mi corazón. En segundo lugar, acercarme y saludar, por lo menos para empezar por algún sitio. Y luego, orar un poco más. Intentar involucrarme más en sus vidas y no esconder nunca la verdad. Después, saltar al vacío con la verdad de Jesús. Mostrar que mi vida es igual que una de esas montañas de hojas otoñales, contienen de todo. Desde basura, hasta hojas preciosas que un niño podría adoptar y colgar en un mural de su habitación. En su conjunto, es imperfecto pero llamativo.
Todo ello, con un sólo propósito. Anunciar la próxima llegada del invierno. Anunciar que Cristo vino y volverá, que es mi Salvador y estoy perdida sin él. Poner un altavoz al sonido que hacen las pisadas sobre las hojas secas y mostrar con naturalidad (o con naturaleza) la vida de una persona siendo transformada por el amor de su Creador.
Pensando en voz alta – Estefany Sánchez
20 de octubre de 2019
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Santiago 5:16
Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.
Hechos 13:47
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:15-16
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
1 Pedro 2:9
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mateo 28:19-20
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
1 Pedro 4:10-11
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8