Según las encuestas que se hacen cada año sobre la fuente de nuestra felicidad, la salud es lo que los humanos solemos valorar más para ser felices, y justo después, casi tan importante como la salud, lo que más valoramos es la familia.
De hecho, los estudios revelan que la familia es la célula fundamental de cualquier sociedad y que, sin las familias, la civilización, tal y como la conocemos, nunca podría llegar a darse.
Además de aportarnos felicidad, la familia es clave en el desarrollo personal de cada individuo. Las relaciones con nuestros padres, hermanos, abuelos y demás miembros de la familia son, en gran parte, los culpables de que seamos quienes somos hoy en día.
Sin embargo, incluso en las familias más unidas hay conflictos que pueden resultar en mucho dolor y tristeza, y es que no hay familia perfecta. Nuestros padres pueden fallarnos, nuestros hijos desobedecernos y nuestros hermanos volvernos locos…
Pues si una familia imperfecta nos puede traer tanta felicidad, imaginaos lo que podríamos experimentar con una que fuera perfecta.
Eso es precisamente lo que nos propone Dios, que nos unamos a Su perfecta familia.
La Biblia nos dice en Juan 1:12 que, si ponemos nuestra fe en Jesús, el Hijo de Dios, tendremos derecho a ser llamados hijos de Dios también.
Eso quiere decir que, solamente creyendo en Jesús, tendremos el privilegio de ser considerados hijos del Creador de todo el universo, hijos del único Padre que nunca nos fallará y hermanos de Aquel que dio su vida por nuestro pecado.
Desde Cristo Vive nos gustaría animarte a pensar en esto y a venir a visitarnos a nuestra iglesia cuando quieras. Estaremos encantados de resolver cualquier duda y más aún de darte la bienvenida a esta gran familia con el mejor Padre que uno pueda tener y un hermano mayor que daría todo por ti.
Por David Beltrán
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