¿Tiene sentido mi vida?

Una de las preguntas más antiguas que el ser humano se ha hecho a lo largo de su historia, es una pregunta que seguramente te hayas hecho tú también en algún momento de tu vida: ¿Tiene mi vida sentido?

Para contestar a esta pregunta se puede contestar de dos formas: Sí tiene o No tiene. Sin ánimo de ser simplista o reduccionista, y en medio de todo el argumentario sumamente profundo sobre cada una de estas respuestas, hay un elemento que inclina la balanza para responder una u otra. Ese es el propósito. Si mi vida tiene propósito, mi vida tiene sentido; si mi vida no tiene propósito, probablemente no tenga sentido. Víctor Frankl, conocido psiquiatra austriaco que fue víctima y superviviente de los campos de exterminio nazi, reflexionaba sobre esto y afirmaba que “cuando se vive con un por qué, se puede soportar casi cualquier como”

Esto nos lleva a una segunda pregunta: ¿Cuál es el propósito para mi vida? Mucha gente encuentra su propósito en cuestiones que son materiales, ya sea el dinero, el trabajo o la familia. Pero si hay algo que nos ha demostrado la historia, y más en el tiempo reciente, es que estas cosas materiales son muy volátiles y tienen fecha de caducidad.

La buena noticia es que puedes encontrar propósito para tu vida en algo que no expira y eso es Dios. Ahora bien, ¿cuál es el propósito de Dios para mi vida? En Isaías 43:7 encontramos que…

“…todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”.

Es decir, hemos sido creado intencionalmente y diseñado a su imagen y semejanza para conocerle y para estar en relación con Él. ¿Y cómo puedo conocerle? Pues podemos hacerlo a través de la figura de Jesús. Decía Jesús en los evangelios…

Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. (Juan 14.6)

Es en Jesús donde ese propósito se materializa y donde nuestra vida puede empezar a cobrar sentido. Decía Jesús mismo en Juan 10:10:

“…Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

Pero sobre todo, podemos encontrar propósito a través del amor de Dios por medio del sacrificio de Jesús por cada uno de nosotros. Descartes enunciaba el “pienso, luego existo”, con la razón como el centro de la existencia humana. Años más tardes, Carlos Díaz, filósofo contemporáneo español, enunciaba “soy amado, luego existo”. Es el amor de Dios lo dota a nuestra vida de sentido y donde podemos encontrar propósito. Así que recuerda que si quieres encontrar y dar sentido a tu vida, puedes acercarte a Dios por medio de Jesús.

Por Esteban Buch

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