Oración de intercesión comunitaria

Predicación 3 de abril por Emmanuel Buch

¿Tiene algún valor añadido el hecho de orar juntos o es sólo un asunto estético o de tradición? Para reflexionar sobre esto, a la luz de la Palabra de Dios, debemos comenzar considerando el propio concepto de iglesia y nuestra relación personal con ella.

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1. COMUNIDAD. Las ilustraciones habituales del Nuevo Testamento para referirse a la iglesia son la de un cuerpo (1ªCor.3,9; 12:12,27), un edificio (1ªP.2,5), una familia (Ef.2,19). No existen miembros corporales aislados que posean vida propia. Ningún ladrillo por grande que sea es suficiente para crear edificio, casa. En el Antiguo Testamento, Dios levantó un pueblo, Israel, y en el Nuevo Testamento, bajo la autoridad de su Hijo Jesucristo, levanta otro pueblo, la iglesia. En ambos casos, con el mismo propósito: ser testimonio encarnado, visible, del reino de Dios y sus valores. “Miembros los unos de los otros”, nos edificamos mutuamente a través de los dones que el Espíritu Santo reparte, y juntos testificamos al mundo del reino de Dios (Rom.12,4-5). Esta es la verdad que se ilustra con los símbolos de la Santa Cena (1ªCor.10,16-17). La vida comunitaria no es un aderezo prescindible a voluntad, sino el ámbito elegido por Dios para el desarrollo espiritual de sus hijos, bajo la autoridad de Jesucristo, cabeza del cuerpo que es la iglesia.

2. INTERCESION. La palabra “interceder” viene del latín intercedere y significa “ponerse en medio”. El texto más gráfico sobre la intercesión lo hallamos en Ez.22,30: “[dice Dios] Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.” 

No hay duda que esa oración tiene fruto palpable. Así lo enseña ya Dios en las páginas del Antiguo Testamento. Él mismo la reclama de Sus hijos para ponerse en movimiento: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones” (Sal.2,8). En el Nuevo Testamento hallamos a Jesús enseñándonos que: “vuestro Padre celestial sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mt.6,8b), pero a continuación enseña a sus discípulos a pedir “el pan nuestro de cada día” (Mt.6,11) y nos dejó una parábola “sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lc.18,1ss). Aún más, Jesús exhortó a sus discípulos a orar “al Señor de la mies, que envíe obrero a su mies” (Mt.9,38). Y Él mismo oró por sus discípulos (Jn.17,15). Tampoco el apóstol Pablo tenía dudas acerca del fruto de la oración de intercesión (Rom.15,30-32; 2ªCor.1,8-11; Ef.1,17-20; 3,14-21; 6,19-20; Filip.1,3-5; 1,8-11; 1,19; 1ªTim.2,1-3; Col.1,3-4; Col.4,2-4; 1ª Tes.1,2-3; 1ªTes.3,10-13; 2ªTim.1,3; Filemón 22)

“La oración del justo es poderosa y eficaz” (Stg.5,16-NVI); “la oración fervorosa del justo tiene mucho poder” (Dhh). “La oración es el poder por medio del cual tiene lugar aquello que de otra manera no tendría lugar.” (A. Murray). “La oración cambia las cosas” (J.Zoller). “[Dios] No actúa de la misma manera tanto si oramos como si no oramos. Existe una influencia de la oración sobre la acción, sobre la existencia de Dios.” (K. Barth). Sí, “Dios moldea el mundo mediante la oración” (E.M. Bounds). Es asombroso pero lo cierto es que la acción de Dios está vinculada a mi oración de fe, en el nombre de Jesús, por lo que significa ante el Padre ese nombre. Bien podemos decir, aunque suene atrevido: la intercesión sostiene los brazos de Dios.

Esta oración de intercesión es un “dejarse el alma” delante de Dios, una oración que sale de las entrañas. Es una oración fuerte, apasionada, no lánguida, derrotada de antemano, ni vana repetición rutinaria (Mt.6,7); es una oración dispuesta a prolongarse sin desmayo en el tiempo.

3. INTERCESION COMUNITARIA. ¿La oración comunitaria, congregacional, tiene algún valor añadido? ¿Acaso la oración unida de todos suma más que la suma de todas las oraciones individuales. ¿Qué dice la Biblia? Aparentemente no mucho. En el Antiguo Testamento todos podemos recordar las palabras del salmista: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! (…) Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.” (Sal.133:1,3). En el Nuevo Testamento es conocido el testimonio de la iglesia de Jerusalén (Hch.2:42,46). Y podríamos mencionar también la exhortación de la epístola a los Hebreos: “considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos ….” (10,24-25). Es significativa la oración del apóstol Pablo por los cristianos en Efeso para que lleguen a conocer la plenitud del amor de Cristo … “con todos los santos” (Ef.3,18). Es interesante también comprobar que en la vida de la iglesia primitiva, como antes en la vida del Israel del Antiguo Testamento, la oración comunitaria era una práctica habitual, aunque no leemos en las epístolas exhortaciones específicas ni frecuentes. ¿Será que no hacía falta porque esa práctica era fruto “natural” del ADN de la iglesia? “La oración en común es efectivamente el acto más natural de la vida cristiana comunitaria.” (Bonhoeffer)

Hallamos en el Nuevo Testamento exhortaciones a la oración privada (Mt,6,6; Stg.5,17-18) pero encontramos también una exhortación y una promesa especial, unida a la oración comunitaria en Mt.18,18-19. En ese pasaje, Jesús promete estar presente en gran poder dondequiera que la comunidad de fe esté verdaderamente reunida en su nombre. El contraste, no está entre los pocos y los muchos, sino entre la oración solitaria y la oración comunitaria. El Señor está con cada uno de nosotros siempre (Mt.28,20), de modo que esta promesa añadida apunta a una bendición especial, un fruto añadido, aunque no sepamos muy bien cómo explicarlo. 

Obviamente ese fruto no resulta de un encuentro mecánico de los miembros de la comunidad. La cercanía física debe ser expresión de una comunión de espíritu, y una comunión de propósito en la oración. Necesariamente debe ser además una oración congregacional que se eleva al Padre en el nombre de Jesús, es decir, bajo sus méritos, bajo su señorío y dirección.

MI RESPUESTA

1. Debemos guardarnos de los excesos que pretenden reducir la fe y la oración en una forma de magia, pero también debemos guardarnos de una fe infectada de incredulidad. porque: “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb.11,6).

2. Hay un potencial inimaginable en la intercesión comunitaria. “Una iglesia de rodillas es más poderosa que un ejército de pie”. Como iglesia tenemos desafíos espirituales de importancia: pedimos al Señor que fortalezca nuestras rodillas para no dejar de interceder.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR:

¿Qué figuras se utilizan en el Nuevo Testamento para referirse a la iglesia? 

¿Todas muestran comunidad, interdependencia, conexión, te sientes parte de tu iglesia?

¿Te duele tu iglesia como para interceder por ella? 

¿Crees que sirve de algo?

¿Hay ejemplos en el Antiguo y Nuevo Testamento de que mueven la voluntad de Dios nuestras oraciones? 

¿Tienes algún testimonio al respecto? 

¿Cómo calificarías tu fe? 

¿Qué opinas de los cultos de oración? ¿Asistes? ¿Por que sí? ¿Por qué no?